Inventando. «El banquete del amor»

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En la constante de mi sueño,

cambia de cara pero no de rostro,

hago el amor y luego lo cuento.

Es quien no existe y a quien

al despertar, disfrazo de morfeo

engañando la realidad elegida.

¡Malditos sean los amores de Platón!,

que desvelan la pasión dormida,

abrasando con la esperanza, la vigilia.

Inventando. «Ver para creer»

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Viendo no creo y recuerdo no ver viendo.

El perro seguía mordiéndome las manos con una fuerza onírica que me azotaba muslos y brazos.

Quedaron desoladas mis tripas en las que se desahogó el hambre del viejo lobo.

Creer para poder ver.

Creer en los sueños, en el perro infiel, en el fuego que quema las entrañas, en el famélico lobo feroz.

Viendo creyendo es recordar haber visto.

Inventando. «Descontextualización o desconceptualismo»

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Entre la vigilia y el sueño.
Con destemplanza en la noche, mi mente se pierde en lugares que son inspiradores, pero a la vez angustiosos y obsesivos.
En parte, aunque lo pase algo mal por la sensación febril, me gusta mucho poder aprovechar esas horas para indagar en mi mente, en pensamientos que normalmente no podría conseguir tener; a la vez, me gustaría poder tomar notas de lo que pienso y divago.

Hoy fueron conceptos como las partes de tí que caben en un tú; la proporción que hay de un ser vivo, recién nacido, dentro de un adulto (*véase anotación sobre el elefante). Así como la descontextualización de un individuo o lugar, si lo vacías y lo obervas solo como espacio cerrado, quedando éste al concepto que tengas del objeto o persona, sin ningún valor o contenido del que partir para la idea del mismo.

Así pues. Si cogemos un individuo, como yo misma. Le quitamos lo que hago, por ejemplo dibujar, leer, correr; lo que soy para la familia, como llamar y saludar, enviar besos, escribir cartas, sms, enviar paquetes regalo de cumpleaños; lo que me pongo para vestir, la manera de peinarme o hablar y moverme. Quitemos todo lo que soy desde que me levanto y comienzo a pensar y moverme.

Ahora tengo mi cuerpo, desnudo, sin movimiento, blanco, quieto, tendido en la horizontal o firme en la vertical. Quedo desconceptualizada, eso creo.

Lo que me queda es una superficie. Lo que ves es la descontextualización de mí, donde el concepto de mi yo, queda a la sensación percibida por otro, generada por la mínima expresión de mí. Entonces, ¿soy mujer?, ¿soy Gloria?, ¿soy artista?, ¿soy lectora?, ¿soy hermana?, ¿soy?.

Es complicado poder expresar lo que la razón intentaba atrapar en mi delirio febril y nocturno.

*Anotacion sobre el elefante:

Lo del elefante es algo así. Cogemos la imagen descontextualizada de este animal y la colocamos tendida en la horizontal; nos queda una superficie que puede ser completada con su propio ser recién nacido, multiplicándolo en tantas veces como entre en el área del elefante.

Resultando que, cada ser vivo cabe en sí tantos si mismos como hay en sí.

Reflexión:

Creo que desde el punto de vista del nominalismo, pierdo todo lo que soy para quedar al juicio de conceptos universales y descontextualizados de mi yo. Cosa en la que no creo, pero quisiera creer. Como que mi imagen no generara tantos conceptos contextuales de genero, comportamiento, pensamiento, localización, generacional, cultural o social. Pues a veces si, me gustaría ser sencillamente un yo.

Gracias por entenderme, y si no, gracias por no entenderlo.