¿Confías en quien te quita o da libertad?
¿Confías en quien se siente libre?
¿Da libertad tener confianza?
¿Da confianza sentir libertad?
¿Se puede ser libre sin confianza?
La libertad es un estado expresado en acción. Otorgarse y dar a otros el derecho a hacer y ejercer según su pensamiento y voluntad, sin ser coaccionados.
La confianza es un estado de fe, que da energía motora a lo que se hace. Es un sentimiento de seguridad y propósito firme sobre lo que somos, pensamos, nuestras creencias y deseos.
¿Podemos hacer libremente algo pero no tener confianza en que el resultado sea el deseado?
¿Podemos tener una confianza absoluta en algo que sabemos no poder llevar a cabo por ser o estar coaccionados?
Existe una relación de amor y odio entre estos dos estados, pues a veces la confianza plena en nuestras capacidades nos aporta la libertad de ejecución y poder realizar lo deseado, sea cual sea el resultado. Pero sin confianza en lo que hacemos, ni en nosotros o en los demás, estamos provocando una oposición a la libertad de acción.
Como casi todo, la perfecta conjugación de ambas es la clave para que surja la mejor comunicación en las relaciones con los demás y el entorno, ya que tanto una como otra, están rozando el mutuo respeto, dependen de ingredientes adicionales y trabajar la conciencia de uno mismo, la comprensión, humildad, generosidad, compasión, tolerancia, amor propio, … Y caminando en sutiles diferencias, llevan al mismo lugar: ser tú y ser consciente de la existencia de todo lo demás.
La libertad no otorga poder de invadir la de otros, sino tener conciencia de ti mismo, como la confianza no da el poder de abuso, sino fe en ti y en los demás.
La libertad necesita de la confianza en nosotros y en el entorno. No se puede tener libertad sin confianza y no se puede confiar sin sentir libertad.
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