Me he dado cuenta de que, cuando escribo, uso con frecuencia la expresión “a veces” o “hay momentos”. Quizás porque dos de mis pasiones sean la jardinería y la cocina. En estos terrenos, parece que se deban componer las medidas exactas para obtener, en la receta o planta, el resultado deseado. Pero hay muchas variables, dicen que también depende del estado de ánimo y por supuesto, de la calidad de la materia prima. A veces pasa, si, que sale diferente a como pretendías. En la jardinería más aún, pues no puedes controlar el tiempo, las plagas de la flora del lugar, de lo sana que estuviera la planta de dónde salió la semilla o el esqueje y la conjugación de otros elementos, como la tierra o el agua con la que riegas y demás.
-¡Todo tiene vida, independencia, libre albedrío!-, digo con entusiasmo.
-¿Hasta una tarta?-, mofándose.
-¡Incluso una tarta o unas lentejas! Eso creo. Tú pones los ingredientes, tu trabajo, amor, ilusión o cuidado, y elijes los elementos. Lo pones a cocinar al fuego y, a partir de ese momento, toma vida propia. Tú solo esperas el resultado, puedes estar atento al horno y al “chup chup”, solo eso-.
No sé si podemos hacernos una idea de cómo se aplican estas variables en la vida de una persona, donde existen tantos elementos, materia prima, momentos, circunstancias, estados de ánimo, edad, sociedades, culturas, vivencias, recuerdos, encuentros, información, medios… Quizás sea por esto, mis tantos “a veces”.
-Puede ser porque no estés segura-.
-Precisamente, pues es tanta la incertidumbre, sobretodo cuando eliges, o mejor dicho, debes elegir-.
-También depende mucho del momento de la vida, las circunstancias. Una relación entre dos personas, en otro momento, lugar o tomando otras decisiones, pueden tener resultados totalmente diferentes-.
-Si, a veces es así-.
-”¡A veces!”-, se sonríe.
“Estar entre la espada y la pared”
A veces pasa que nos encontramos entre la espada y la pared. Debemos decidir. En ese preciso momento no tienes más que una opción. Decidir. No, y te vas. Si, y te quedas.
-Entre la espada y la pared no existen muchas opciones, estás algo limitado a “decide o muere”-.
-Cierto, hay momentos en los que es así, no te puedes quedar a mitad de camino, vivir en los medios, o vives o mueres-.
-O siempre, o jamás, como si no existiera una forma de vida “a medias”-.
-¿Por qué?, no creo que deba ser así. O en algunos casos, ¿puedes ser madre a medias?, ¿pintor a medias?, ¿jugar al tenis a medias?-.
Creo que, a veces, no podemos ser o hacer algo “a medias”, hay que tomar una seria actitud, un bando, postura, decisión. Después habrá oportunidad de cambiar, pero será momento de elegir otra vez.
-Puedo jugar al tenis pero no ser tenista profesional, es una opción, pero no soy tenista a medias-.
-Cierto, pero para ti, jugar al tenis no es algo profesional, forma parte de ti, sigues las normas, le dedicas un tiempo, y no implica o condiciona a otros seres. Por ejemplo, imagina que estás trabajando y tiendes a dirigir la labor de tus compañeros, cuando no es ese tu cometido, pero los dueños de la empresa, viendo que puedes tener cualidades para ello y buscan a alguien como tú, te ofrecen dirigir tu sección. Pues vas tú y dices que no, que prefieres seguir así. Cosa que a ellos no les viene bien, ya que otra persona dirigirá al personal y tú tendrías que seguir sus directrices. Peor aún, te plantean que si sigues con esa actitud, tendrán que despedirte-.
-Me pones entre la espada y la pared-.
-Podría ser otra situación. Imagina que una mujer te ofreciera ser padre y te dice que puedes tomar parte en su crianza y educación, o que por lo contrario, puedes colaborar en la inseminación, desentendiéndote después. No podrías jugar a ser “papá” tres veces por semana, durante dos horas, como si sudaras la camiseta con un colega en la cancha, ¿comprendes?-.
-¿Y si decido ser director o padre, y después no valgo para dirigir o como padre soy un desastre?-.
-Eso ya es otro tema. Es parte de la vida, ir gestionando y solucionando lo que nos venga. Lo crucial es la decisión, no quedarte en esas mitades que no implican ningún compromiso-.
-¿Se trata de compromiso?-.
-Eso es, decidir conlleva un compromiso, además no implica que no vayas a fallar o a equivocarte, simplemente que darás de ti lo mejor para con la elección tomada-.
-Me encanta jugar al tenis-, cierra los ojos como recordando la última partida.
-No lo haces mal del todo, si hubieras practicado desde pequeño y entrenado cada día, ¿quién sabe?, ahora serías un tenista profesional-.
-¡Ese tren se me pasó!-, riéndose y tocándose el pelo desde las entradas que comienzan ya a aclarar.
“La teoría de los trenes”
-Últimamente ya no la escucho tanto, pero si la he oído mil y una veces. “este tren solo pasa una vez”. (Ahora me dicen eso de “se ta pasao el arroz”)-.
-¡Vaya!, como si viviéramos en una estación esperando a que pase aquel que nos lleva al destino deseado, o como si fuéramos a hacer una paella con nuestra vida, ¿qué le importa a la gente?-.
-Nunca me gustó. Te hace sentir que has desaprovechado la vida. Como si los demás fueran mucho más inteligentes y clarividentes para ver lo que podrías haber hecho-.
Si hubiera, o si pudiera, no me gustan tampoco estas expresiones, aunque a veces son inevitables, y las piensas, no siempre que van mal las cosas, son simples juegos de la mente, pensando por ti o por otros, cuando divagas en los recuerdos.
Es un dicho bastante desagradable, pero es cierto que da rabia cuando pierdes un tren, has de hacer cambios, improvisar otras alternativas, pensar qué hacer con el tiempo hasta que llegue otro… ¿y si no llega?… Por supuesto es una metáfora de los momentos cruciales, los que son o fueron más idóneos para hacer algo o elegir un camino. Pero al fin y al cabo somos nosotros a decidir cuándo, con quién, cómo, el qué y el dónde o el porqué.
-No olvides las variables-, me recuerda.
-Cierto, el libre albedrío de todo y la nueva forma de !vida independiente!-, me río.
Lo más complicado de la vida es mirar solo al frente, darte cuenta de que el hoy y el presente es lo que existe, pues más allá de tus mil y una posibles opciones o trenes que pasaran por tu vida, tú cogiste uno u otro, y es el que te llevó a ser cómo y quién eres. Si no te gusta, ¡cambia ahora mismo!, no te pierdas este tren, que solo tú decides vivir,… o morir entre la espada y la pared, cuando ya no quede otra opción, pues se te acabó el tiempo, agotadas las ilusiones, las fuerzas, la paciencia, las personas que te apoyen y te quieran.
-¿Dónde queda ahora este tuyo “a veces”?-.
-¡Vaya!, pues debe ser que a veces ocurre… si, eso debe ser, que hay momentos en los que nada de estas teorías ni dichos funcionan, pero eso si, no te puedes quedar a medias, o te comprometes o…-.
-¿…o qué?-, me interrumpe y amenaza con cosquillas.
-¡Pues que pierdes el tren!-, salgo corriendo y gritando socorro, porque no puedo soportar las cosquillas.
…
A veces pasa, y no es un tren, ni una espada amenazando, estás solo tú y la actitud con la que vives las consecuencias de tus decisiones.
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