Inventando. «Atacama, el limbo del dolor»

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En el desierto no podrás llorar
apenas asoman las lágrimas,
evaporadas al limbo se van.
Hay quien excava para buscar
entre los fósiles su aflicción
desempolvadas las palabras,
sentido ni gramática tendrán.
Árido desde la inconsciencia
este lugar sin vida, sin corazón,
alma de exploradores heridos.
El oasis alucinando reclama
suspirando la supervivencia
en cenizas caerán rendidos,
meca del dolor es, Atacama.

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Inventando. «El hombre con ojos de pez»

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David

La primera vez que te vi, reconocí un estanque de peces rodeando tus ojos, con un tono verdoso del musgo del que éstos se alimentan.

Me caí bajo tus ojos, al estanque sombra del lacrimal.

Caí hipnotizada por las voces de los peces, que me contaban el poder del resurgir, del renacer, de regenerarse, realimentándose una y otra vez del mismo líquido, de las lágrimas que caen, del dolor del drama, de las tristezas y de la pasión, la alegría y vivencias del ser. Y se quedan ahí, bajo las pestañas, en el estanque donde viven peces que harán de él un agua oxigenada, que se renueva para poder volver a llorar lágrimas límpidas.

Eso fue lo que vi, lo que aprendí de ti, después puede reconocer ojos de pez en más personas, en los míos propios.

 

Nos cuentan, los ojos de pez, lo que nos aconteció, lo que una vez sentimos y nos hizo llorar. Nos van dejando huellas, surcos, musgo; también sabiduría, la de la memoria del pez, que se renueva y te da fuerzas para poder seguir; limpiando y aclarando el verdín del estanque, volviendo a empezar, resurgiendo, reviviendo, renaciendo.

La primera vez que te vi, me caí bajo tus ojos, después puede apreciar el cielo circular que te sirve para ver, de dónde surge la vida, el sentido por el cual un hombre tiene razones por las que haber llorado y llorar.

 

David

«El origen de un abrazo o el porqué de la espuma del mar»
 
(Detalle de la obra «Creadores del amor»)
Es el corazón y su fuerte latir,
que provoca un vaivén en mí,
agita mi respiración, a la orilla de tu pecho.
El vello rizado y alborotado, se enreda entre mis dedos…
…y no hay nada como dejar que se me hundan los pies en la arena
con el ir y venir de las olas en el mar…
…y no hay nada como dejarme llevar, entrelazando
piernas, brazos, manos y pies, al son de tu corazón…
Es siempre un soplo de vida, de placer,
como estar dormido al amanecer.

Trozos de mí. «El corazón»

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Pom, pom. Pom, pom.

Entre mis pechos, ahí, metido en el cascarón de las costillas, anda un órgano que late para poner en movimiento todo mi ser; llevando sangre y oxígeno, color y luz a mis sentidos.

El corazón está directamente relacionado con mis ojos, o mejor dicho, con mis lágrimas. Debe ser algo cultural, educacional, alegórico; una de esas cosas maravillosas e intrínsecas al ser humano, la de localizar las emociones en el cuerpo en conexión a un alma falto de ciencia, que quizás sea más un coctel químico en el cerebro. A veces puedo confundir su localización, pues en las lágrimas resbala, saliéndoseme el pecho en este estado líquido.

El corazón está directamente relacionado con mi impulso vital. Late según necesito. Si quiero correr, se acelera conmigo para impulsar las piernas a la velocidad y a la resistencia. Si quiero olvidarme, se hace tan silencioso y tranquilo, pausado casi dormido. Se hace tan grande, se infla que se me alza el pecho con orgullo, otras se me encoge de pena cayéndoseme al estómago. Se entusiasma conmigo, es empático con otros latires ubicado en otros costillares. Se recubre de sentimientos y emociones que busca motivos o cambian la dirección y sentido de vida.

Anoche quise pedir, en oración, un deseo, un querer intenso, de esos que recuerdan a antiguos rezos y clemencias a Dios; el cual ya no encuentro en mi concepción, por lo que, cuando se me resbalaba éste en lágrimas, solo podía seguir llorando al latir acelerado del corazón, al desahogo de una mezcla química que no escucha lamentos ni oraciones, un sentirse unido en fuerte latir a otro corazón que también llora, pide, desea, ora y quiere intensamente, en el desahogo de un sentir que busca motivos para vivir.

El corazón está directamente relacionado con el sentir del amor, pues yo siento cómo me late durante todos los días de mi vida, no sé si es que mi corazón me ama o es el que me hace poder amar.

Pom, pom. Pom, pom.