Realidades ajenas

Cuando tu realidad es como un bosque, yo me adentro, encuentro claros verdes, huecos entre los arbustos; caminos blancos, horizontes de anochecer, un sofá, una manta, algo para comer; tus pensamientos, tus sueños, tus herramientas, tus mil realidades, recuerdos, vivencias, tu ahora, tu casa, tus problemas por resolver.

La realidad ajena es como una invitación. Conlleva sorpresa, expectación, ser espectador, colaborador, mano de obra; una entrada al disfrute, a la aventura de tirarse de un acantilado, a perderse; apuntarse a una excursión, es un mes de vacaciones, la posibilidad de compartir y encontrar los sentidos en realidades comunes, o nuevas. Una gran aventura, un encuentro extraordinario, una vía de conexión de realidades compartidas; un intercambio, una simbiosis; un gran espectáculo en el que disfrutar y poder interaccionar con la emoción de un aplauso, del llanto, de la risa, de un grito de alegría.

Y yo llego.
Te miro.
Intento adentrarme en tu mirada.
Te cojo de la mano para tocarte.

Encuentro.
Me miras.
Intentas adentrarte en mi mirada.
Me coges de la mano para tocarme.

Pestañeas.
Miras hacia otro lado.
Desaparece tu realidad.
Se cierra con una inmensa puerta de madera maciza, con un pestillo de hierro que solo se puede abrir desde dentro.
Me quedo delante del portón, esperando otro pestañeo.

Pestañeo.
Miro hacia otro lado.
Aparece mi realidad.
Cierro la puerta de mí, una de cristal sin pestillo, sin pomo.

Yo: ¡Ven!
Tú: (Puede que me escuches pero no dices nada)
Yo: (Golpeo la puerta)
Tú: ¿Qué?
Yo: (Pestañeo y la puerta está abierta)
Tú: ¡Ven! (Y su portón se hizo de cristal, sin pomo, no había puerta)

Encontrar a otro ser, otra realidad. Es algo que siento tan delicado e íntimo como dar a luz a una criatura. Es difícil, pero casi instintivo. Te adentras sin saber cómo, estás dentro y en un pestañeo estás fuera, en la tuya, en tu realidad.

Están las tuyas y están las mías. Las recogemos y las acoplamos como piezas de un puzle. A veces parece como si quisiéramos encajarlas a la fuerza, cuando me doy cuenta de que no son dos piezas, son cientos de ellas, que no tienen que acoplarse todas a la perfección, que incluso, son como zonas monocolor difíciles de componer.

Adentrarme en tu realidad es una gran aventura, en la que me siento explorador, espectador, partícipe como personaje principal. Enriquece la mía. Pero sobretodo ocurre algo extraordinario, que es lo más imprevisible y planeable, creamos una nueva realidad, una en la que fabricamos nuestras propias piezas que encajen sin forzar.

Es parecida a las realidades compartidas, pero es creada, es nueva, como un ser con vida propia, como adoptar una mascota a la que has de cuidar, de la que eres responsable, la que mañana estará allí pidiendo juego, comida, curas y otro hoy.

Encontrar tu realidad, ajena a mi realidad, es la posibilidad de poder adentrarme en un yo nuevo por crear, un yo misma, un tú mismo, que se exterioriza, abriendo el portón a que entren y salgan tu sueños y los míos. Es un privilegio, un honor, un orgullo, dejar mi realidad ajena a un pestañeo de la tuya.

Yo: ¡Hola!
Tú: (Sonríes)
Yo: (Río)
Tú: ¡Mira!
Yo: No había visto algo así en toda mi vida.
Tú: ¿El qué?
Yo: A ti.

1 comentario (+add yours?)

  1. elrove
    Feb 09, 2011 @ 15:01:35

    No puedes verlo ¿o sì? pero estoy aplaudiendo con las pestañas…
    aplaudiendo muchísimo…

    Bss!

    Responder

Deja un comentario